Maratón [+18]

Era la tercera película consecutiva que veía esa tarde, así que básicamente ya debería ser de noche en las calles, era su sagrado día libre así que fue al centro, compró los tickets, se apoderó de los lugares del centro al fondo del lugar para ella y sus piernas completamente estiradas enfundadas en medias negras no habían bajado del respaldo de la fila de enfrente, igual no importaba, era prácticamente la única en la sala ¿Qué ya nadie iba a los cines? Revisó el contenedor de las palomitas mientras los créditos inundaban la pantalla grande… tenía sed, tanta sal era divertida por un rato pero ahora moría por un trago.

-Bueno, suficiente séptimo arte por hoy- se dijo a sí misma en voz alta mientras se estiraba, levantaba, se bajaba la minifalda de los muslos y se echaba la chaqueta encima sacándole la lengua a la única pareja aún en la sala que le habían volteado a ver cuando habló mientras abandonaba la sala.

-Hasta la próxima tesoro- le murmuró cantarinamente al chico a cargo de la sala mientras a pasos amplios salía del lugar ondeando las caderas con desfachatez al notar que se las miraba… ¿Dónde podía encontrar cerveza fría? Se puso la chaqueta alborotándose el cabello mientras llegaba a la calle mirando de un lado a otro decidiendo a dónde ir, un bar o un café serviría igual, por un momento se distrajo mirando con atención a todas las personas que pasaban frente al cine, admirando los rostros de los chicos y la ropa de las chicas, especialmente aunque sin ser consciente a las que iban en parejas.

Metió las manos en los bolsillos de su chaqueta mientras seguía balanceándose a la orilla de la salida, estaba temporalmente atrapada por una visión divertida de un par de muchachitos excesivamente jóvenes devorándose con ridícula ternura contra uno de los posters fuera del cine, bonitos rostros, excesiva juventud y esa chaqueta que el más alto llevaba tampoco estaba mal, le gustaba usarlas en dos tallas más grande que la suya cuando las noches eran frías.

Ya vámonos. Se dijo a sí misma girando en redondo estampándose con algo lo bastante pesado para hacerla retroceder unos pasos… -Auch- se quejó simbólicamente mirando al muchacho, había sido un accidente a todas luces así que sólo le miró con curiosidad.

-Estoy muy bien- correspondió con una marcada sonrisa, chocar con un muchacho joven, alto y guapo de vez en cuando no estaba mal, especialmente porque a todas luces no era un soso humano cualquiera, bien podría ver otra película antes de ir por esa cerveza -¿Por qué no? Aunque serás lindo y me invitarás una soda ¿verdad? Dime, ¿Qué veremos?- se acercó a él pidiendo que le mostrase su boleto, mientras no fuese una comedia romántica rosa todo estaría bien.

Durante la mañana había devorado suficientes palomitas para no comer una más en una semana, ahora sólo deseaba algo para beber así que se acercó a pedir una gaseosa grande de limón, no pasó por alto el hecho de que el muchacho miraba de una forma peculiar al dependiente, con más contacto visual del que sería normal con alguien que brinda un servicio, pero no era relevante para ella; una película de terror no era mala idea, le encantaban esas películas que la mayor parte del tiempo eran más divertidas que atemorizantes.

-Genial, no la he visto-

Asintió mirando al chico ir de nuevo a la taquilla mientras ella cuidaba las cosas aprovechando el momento para dar un par de tragos a su bebida y quitarse el sabor a mantequilla y sal, no era una cerveza pero con eso aguantaría por un par de horas más, tomó ese tiempo para mirar al muchacho a la distancia con más atención ¿le había dicho su nombre? No lo recordaba, no se formaba juicios de los otros de inmediato, especialmente cuando se trataba de alguien que probablemente no volviera a encontrarse de nuevo, el chico se veía joven, guapo y astuto, la triada perfecta para compañía masculina, lo demás le daba igual por ahora.

-Muchas gracias cariño- le dejó que llevase las cosas menos el refresco del que seguía dando un par de tragos cada rato, así que en efecto aún no se presentaban ¡y ya estaban entrando en la sala juntos! Que divertido era –Iván eh, es un buen nombre; yo soy Rose, mucho gusto- entró primero y buscó el sitio adecuado, bien equilibrado entre la pantalla y el sonido, al centro un par de filas arriba de la mitad de la sala, al ser una película de terror no se arriesgaba a que un niño fastidioso les golpease el asiento.

Aun no comenzaban los avances o comerciales, calculaba que tendrían al menos un cuarto de hora para hacer tiempo y si les daba la gana charlar. Sonrió ante la sugerencia, ese muchacho parecía leer el pensamiento –Claro que sí, tenemos tiempo y estamos prácticamente solos aún- aunque el vistazo que él le dio fue breve, ella pudo notarlo con claridad y en cámara lenta, disfrutó de la atención, seguir despertando una mirada apreciativa o dos era lo mínimo que se merecía cuando se ponía ropas así.

-Ohhh bueno, es que eres un desconocido muy apuesto ¿cómo decir que no? Además me gusta el cine, puedo pasarme aquí dentro el día entero mirando una película tras otra, hasta que los acomodadores me saquen- le miró de reojo, incluso en la oscuridad que ahora dominaba la sala era capaz de observar a detalle su perfil, las líneas que marcaban su sonrisa alargada y la forma en que sus cejas se alzaban en un gesto al mismo tiempo coqueto y burlón ¿sería tan joven como aparentaba? Honestamente lo dudaba, pero si lo fuera, la situación sería aún más emocionante y satisfactoria.

-Dime algo Iván, ¿Sueles venir tu solito al cine o únicamente estas pasando el rato por hoy? Tengo la impresión de que encontrarnos ha sido mera suerte...- Quizás era un buen augurio, no estaría mal finalmente tener algo de suerte, había algo en él además de su deliciosa juventud que le parecía excitante, aunque aún no adivinaba de qué se trataba.

Una gran ventaja en esos cines eran sus amplios asientos que le permitían acomodar sus piernas cómodamente bajo ella mientras sostenía con ambas manos el refresco reconfortantemente frío, el vaso de cartón para ese momento ya “sudaba” dejando caer una serie de gotitas esporádicas sobre sus muslos… asintió complacida con la respuesta, así que encontrarse con el guapo había sido casual, así que podía relajar las defensas un rato y disfrutar de la película.

Miró la llamativa tarjeta y la estudió a detalle con las pupilas dilatadas, reconocía el nombre de aquel club aunque no había ido aún, no imaginaba que le perteneciera a alguien como él… un sonido de gusto escapó de sus labios, sonrió para el muchacho en la oscuridad antes de desaparecer la tarjeta dentro de su chaqueta, seguro que la utilizaría más temprano que tarde.

-Gracias guapo, seguro que iré-

La película comenzaba, hizo a un lado el refresco en pro de aquel pequeño contrabando que le ofrecía, se rio en voz baja felizmente dando un trago antes de devolverlo; la trama en sí no era sorprendente pero si divertida, abusaban como siempre de los clichés de las películas de terror, la música de suspenso, las apariciones repentinas, el maquillaje malo, la constante evocación a dios y al diablo por no decir el terrible sentido de la moda de las esposas de dios, pero con todo eso era realmente divertido para ella, como una comedia que le mantuvo entretenida al menos media hora, pero el resto del tiempo perdió su interés así que se limitó a mordisquear su pajilla recargándose en el muchacho y estirando las piernas en los asientos vacíos del otro lado.

-Uhmmm empiezo a creer que más que asustarme me quieren convertir al cristianismo...- susurró hacia el oído del guapo.

-Que va… sé que hay de todo en este mundo pululando por ahí, pero no me interesa saber nada de un ser en los cielos… con la luna me basta- añadió divertida en susurros mientras se encogía de hombros, había tenido varios encuentros con demonios en algunos de los bares que frecuentaba, aunque de ángeles no sabía nada ni le interesaba saberlo… sobre los dioses, los suyos eran Silvano y la Luna, el resto podían existir o no, le resultaban tan relevantes como el evidente final de esa película.

Continuó mirando un rato más la pantalla, porque predecible o no, las imágenes en movimiento, las luces, las sombras y esos interminables pasillos de convento eran algo que disfrutaba mirar, no es que fuera un invento reciente, pero si era un gusto reciente para ella, en su antiguo hogar no había cines cerca… sonrió al sentir el roce de su cabello y la mano del muchacho que lo acomodaba detrás de su oreja, el instinto le lanzó un corrientazo de placer por los hombros cuando esa mano se deslizó más abajo colándose bajo la chaqueta como si tal cosa.

-Vaya… que romántico… no creo haber escuchado exactamente eso antes- Sonrió complacida al notar el interés ajeno e instintivamente aspiró más profundamente el aire para notar el buen aroma a colonia costosa y debajo el delicioso olor de la piel tibia, de la sangre caliente; no estaba nada mal eso de despertar la atención de un jovencito como él, el vello de sus brazos se erizó de anticipado placer, pudo observarle mejor ahora que sus pupilas se dilataban para verlo mejor.

Abrió la boca un poco al verlo venir hacia ella, sólo lo suficiente para recibirle el beso aderezado con ese buen aroma contra su fina nariz ¡que beso más dulce! Estaba acostumbrada a besos mucho más desesperados, cercanías así solían implicar apretones, mordiscos y lenguas, pero quizás era cosa de lobos. Le gustó el contacto, el ritmo y hasta esa cortesía caballerosa excesivamente educada del muchacho al decir que no debió haber hecho eso… acostumbrada a no ignorar sus impulsos o sus deseos lo encontró tierno y le enredó las manos en el cabello para atraerlo de nuevo a sus labios para darle un beso corto.

-Vámonos- respondió alegremente y hasta se puso de pie para guiarle hacia afuera de la sala; eso estaba más que bien, él parecía un muchachito, uno guapo que huele bien, ¡que gusto! la mayoría se conforma con fantasear el morder una presa tan joven.

Que chiquillo tan educado, sus palabras, sus gestos imitaban a esos caballeritos criados por buenas y rigurosas madres, le causaba una graciosa ternura que le hacía sonreír sin reparo… bueno, bueno, sólo por hoy comeré algo de postre temprano, total, no hará daño a nadie… relamiéndose los labios se convenció de que estaba bien meterse con un muchachito ¿Quién lo sabe? Quizás resultase ser un memorable recuerdo para disfrutar por las noches.

Notaba escalofríos por todo el cuerpo, sentía la piel de gallina en los brazos, era esa misma sensación placentera previa al cambio de piel; el sitio perfecto que mencionó Iván resultó en efecto serlo, completamente vacío, cerrado para los curiosos, una sala para ellos dos, entró tras él sin dudar dejándole tomar la iniciativa en aquel juego, le atrapó el cuello con ambos brazos recibiendo el beso con hambre, acariciándole el cabello y disfrutando de la sensación cosquilleante que le adormecía la piel de los brazos, lo atrajo contra sí dejándole sentir el calor de su cuerpo y las formas que ya había disfrutado con la vista.

El beso prolongado se volvía más demandante, pudo lamerle los labios a gusto enrojeciéndolos después de un rato por la fricción y el lipstick -Uhmm- hizo el rostro a un lado dejándole hacer el recorrido a gusto por su cuello, sintió su respingada y fría nariz acariciándole la piel segundos antes de que los labios dejaran un rastro de besos, suspiró cuando sus manos subieron por la espalda ¡Ah la sensación de la blusa siendo estirada por unas manos masculinas! Cómo había echado de menos eso, encima el muchacho era capaz de mirarla a los ojos, le gustaba la seguridad.

-¿Es pregunta? Eres una pieza joven y jugosa… claro que te deseo tener- murmuró fascinada inclinándose sobre el cuello ajeno para repartir una serie de besos mordelones y pequeñas lamidas haciéndose con su sabor. Se quedó quieta un instante ante la revelación, así que le había reconocido como Lycan… sonrió complacida relamiéndose los colmillos, sintiendo cada vello de su piel erizarse como respuesta.

-Vaya, vaya… entonces eso quiere decir que vas a aguantarme el ritmo ¿eh? Uhmmm cachorrito… me encanta tu seguridad- tampoco es como si fuera a convertirse estando con él, pero permitirse liberar un poco de su naturaleza no era mala idea, le permitiría sentir aún más placer.

Sentir sus manos delgadas abriéndole la blusa le inflamó el hambre hasta casi sacarle un gruñido, sus ojos resplandecían en la débil oscuridad cuando tiró de su camisa deshaciéndose de los botones rápidamente, casi con desesperación ¿cómo sería su piel? Lechosa, suave, dulce… quería sentirla, sus uñas habían crecido sin que se diera cuenta, se contuvo de arrancarle los botones pero tan pronto la desabrochó completa, incluso los pequeños botones de sus muñecas, metió las manos hasta sus hombros desnudos para sacársela por los brazos, le hizo separarse un paso para poder admirar su torso deslizando ambas manos por él.

-No estás nada mal pequeño-agregó con dulzura hambrienta, sujetándose de sus hombros antes de dar un pequeño salto para prenderse a su cuerpo, abrazarse de sus hombros y rodearle la cadera con las piernas para volver a besarle.

Seguro que el muchacho cumpliría su palabra, parecía demasiado seguro de sí mismo y  toda su piel clara y bien cuidada olía a deseo que crecía y crecía, se lo comía a besos disfrutando de todos los detalles del encuentro, los mordiscos que mejoraban mucho el sabor de los labios, la dureza entre sus piernas que se dedicaba a acariciar, las caricias constantes en su cuerpo brindadas por un par de manos más grandes que las suyas ¡Cómo echaba de menos eso! le sentaba bien tener un hombre de esa forma de cuando en cuando, no estaba acostumbrada a pasar mucho tiempo sin atenciones de algún buen mozo, aunque casi nunca uno que se viera tan joven.  

-Me gusta ese plan- se estremeció de placer anticipado por la promesa de quedar satisfecha hasta ronronear como gatita, los huesos bajo su piel se estremecieron de deseo anhelantes por el cambio, él se movió llevándola a saber dónde dentro de la sala, a ojos cerrados porque no dejó de comerle la boca y la verdad le daba lo mismo si lo hacían contra la puerta, en el suelo o en una de esas cómicas sillas acojinadas.

-¡Ahh! Bien, te haré cumplir eso…- su ropa hecha trizas por esas manos impacientes, no le pudo parecer más excitante justo ahora y era buena señal considerando lo mucho que le gustaba ese conjunto, se rio alegre y coqueta pasándole las manos por las caderas, dejando que Iván disfrutase con la vista el cuerpo que no tardaría en disfrutar de muchas otras formas, su desnudez le sentaba muy cómoda, le gustaba su cuerpo, todas sus formas, todo en ella la tenía satisfecha, incluso las cicatrices tenues que aún llevaba en la piel.

Dejó que le mordiese el cuello y masajeara sus pechos ¡que placer cuando jugueteo con los pezones y su lengua! Metió una de sus piernas entre las ajenas, moviendo instintivamente la cadera hacia él y con sus manos buscaron zafar su cinturón sin dejar de estimular su erección, notaba con placer una cálida humedad entre las piernas, su cuerpo que se preparaba para tenerlo.

Iván terminó por desnudarse él mismo, no estaba nada mal, se le hizo agua la boca, más cuando la empujo hasta la pared y comenzó a juguetear con sus dedos, se aferró con ambas manos temblando de pies a cabeza encantada por las atenciones –Uhmmmm la que quieras cariño, pero hazlo de una vez- susurró seductoramente, el deseo solía nublarle los pensamientos y se entregaba fácilmente a los instintos cuando se trataba de placeres carnales, se tragó un aullido cuando la dureza de su pene se restregó en su trasero, motivada por ello comenzó a moverse contra el incitándole, acostumbrándose rápidamente a la intromisión de sus dedos y sus rápidos movimientos, aunque sólo eso no le sería suficiente, dejó escapar un sonoro gemido cuando bruscamente remplazo sus dedos con su miembro –Grrrr! que duro estás guapo!- jadeo mordiéndose una uña disfrutando de la mezcla de dolor repentino y la constancia de sus placenteras caricias en el frente… ¡le encantaba! Un coro de armoniosos gemidos femeninos inundó el lugar, no solía reprimirse cuando de disfrutar algo se trataba, ya fuera saboreando una copa, un dulce o un hombre, pronto movió las caderas por si misma contra él acompasándose a sus embestidas, profundizando el encuentro, estirando el cuello para poder demandarle un beso más bien algo salvaje, más dientes que caricias, más intensidad que ternura, una de sus manos le atrapó por el cuello para mantener los besos.

Sus ojos en medio del placer adquirían un brillo dorado que solía resaltar en la oscuridad, podía mirarlo todo con claridad pese a la oscuridad en la que estaban envueltos, el rostro afilado del muchacho, su boca pretenciosa de buen sabor que no dejaba de besarla, sus manos firmes, más de lo que esperaba… no sólo no era un novato en estos menesteres… era bueno y fuerte, sus embestidas adquirieron una fuerza inusualmente intensa que le hizo gemir desde los primeros minutos… pero ella era no sólo tolerante a cierto rango de dolor, en ocasiones como esas podía gustarle si estaba de humor… no sentía amenaza alguna viniendo de él así que se dejó enredar en el juego dispuesta a hundirse en ese encuentro casual tan profundo como pudiese para luego relamerse los labios al recordarlo.

Le encantaban esos aromas que inundaban el lugar, eran básicos, casi bestiales, sangre, semen, sudor, piel caliente… sus garras arañaban la pared dejando marcas profundas en el tapizado hasta que Iván la hizo girar, aferrada a sus hombros fue momento de dejarle marcas a su lechosa piel al tiempo que se perdía en su boca… que ojos tenía ese chico… tan profundos… tan maliciosos… tan demandantes como los labios que le robaban el aliento, respiró profundo cuando tuvo un momento y sonrió emocionada mientras le besaba los hombros, el cuello, el lóbulo de la oreja susurrándole palabras incitantes, frases cortas de deseo y su propio nombre que por el momento se le antojaba excitante en sí mismo.

Ella era un horno de piel y huesos, generaba calor dormida, cuánto no generaba ahora que lo sentía moverse dentro de su cuerpo, acoplándose a ella magníficamente, llenándola de sensaciones placenteras… se movía para él sin dar tregua, apresándolo dentro de su cuerpo tensando sus músculos, empujando las caderas contra él, ayudando a las embestidas yendo a su encuentro para disfrutar del sonido morboso, húmedo y lascivo de sus cuerpos colisionando.

Sus promesas le parecían bien… aunque ahora mismo mientras la llevaba a la cima lo que le dijera le parecería bien -Uhmmm que chico más ambicioso… ahhhh cómo me gusta tu voz- y cómo le gustaba enredar las manos en su sedoso cabello, revolvérselo mientras le comía la boca con intención, a ratos el labios inferior, a ratos el superior y luego por completo buscándole la lengua, que bien olía ese macho joven entre sus manos, que cálido y fuerte había resultado que en un momento cargó con ella y comenzó a caminar… Rose se rio divertida al sentir el cambio en cada paso, lo sitios que tocaba porque no había salido de ella ¿A dónde diablos iba?

La recostó en una cama… una jodida cama venida de la nada ¡qué gracia le hizo! Pero no pensó demasiado en ello, recostada en ella estiró el cuerpo a placer elevando los brazos hasta la cabecera para jugar con los pétalos entre sus dedos, elevando los pechos desnudos hacia él para dejar que jugueteara de nuevo con su boca sobre ellos hasta endurecerle los pezones, acarició su cabello y nuca estremeciéndose de placer, guiándole para que atendiera ambos pechos sin dejar de gemir ante cada cambio de caricia… le rodeó las caderas con las piernas para juntarlo más a ella y se removió como su bailase para él, subiendo y bajando las caderas, presionando ahora un poco más, ahora menos… le acarició los hombros y brazos, el pecho delgado pero firme, los costados en los que podía contarle las costillas, siguió hasta llegar a las crestas que se le marcaban en la piel… eran en su opinión de las zonas más eróticas en el cuerpo masculino que continuó acariciando sin reparo.

-Qué bueno estás Iván-

Esa pausa tan curiosa en sus halagos le hizo sonreír, acarició su rostro delgado cuidando no lastimarlo con sus uñas, era demasiado guapo para llevar un rasguño encima, eso lo reservaba para su espalda que seguramente quedaría con un par de marcas cuando ella lo abrazaba pegándolo a su cuerpo; se mantenía en movimiento constante acoplándose a su ritmo conforme aumentaba su intensidad… le gustaba que Iván no se detenía, sus caricias, su besos, todo él se concentraba en explotar cada zona erógena que encontraba a su paso, ella repartía caricias, le atrapaba los labios en besos hambrientos, se aferraba a su espalda amplia, aprisionaba su erección y cerraba las piernas apresando su cuerpo contra ella.

Escuchaba el ritmo de su corazón acelerado, entre gemidos seductores y bajos se entregaba sin reservas al placer del encuentro, al éxtasis de los sentidos, el aroma de hombre, rosas, sudor y un poco de sangre, disfrutaba de su cuerpo caliente y las cosquillas deliciosas que nacían entre sus piernas y subían hasta la nuca, explotando en su cerebro detrás de los parpados cerrados. Definitivamente recordaría a ese muchacho que se esforzaba por complacerla hasta tal punto, el acabose llegó en su caso cuando en el momento más alto de su placer él decidió hundirse en su cuello y morderla, podría ser una minucia para cualquier otro pero para ella resultaba la cereza perfecta de un encuentro de ese tipo.

Notó como la pupila ajena parecía dilatarse hasta cubrir por completo la esclerótica, correspondió al beso con hambre, mordisqueando sus labios generosos al sentirse alcanzar a pasos agigantados un placentero orgasmo que la hizo estremecerse bajo su cuerpo, apresarlo entre sus piernas y arquear deliciosamente la espalda, sus garras se clavaron de forma superficial en la piel de su espalda recorriéndola de los hombros a los costados. Gruñó el nombre del muchacho contra sus labios empujando la pelvis contra él deseosa de comerse sus gemidos al terminar y disfrutar la cálida simiente en su cuerpo.

El éxtasis del muchacho fue delicioso, explosivo y caliente, rodeó su cuello con los brazos pegándolo aún más a ella para disfrutar de su aliento sobre el mordisco de su cuello que ya sentía como empezaba a sanar lentamente, podía disfrutar ese placer por fracciones, sentía como el cuerpo ajeno se tensaba, como sus músculos daban todo de sí por un momento, el rebotar del corazón o lo que tuviera dentro de su pecho se volvía más rápido y constante.

Le miró y sonrió contenta acariciando el rostro del coqueto muchacho mientras le echaba el cabello para atrás, disfrutaba especialmente de ese momento del encuentro en que la piel va recuperando su temperatura poco a poco, el sudor se evapora lentamente y el corazón se relaja, los músculos agradecidos de la explosiva liberación reparten por todo el cuerpo una sensación de bienestar y daban ganas de cambiar de piel sólo para disfrutar de la liberación completa… si, valía la pena jugar.

Dejó que le diera besitos cortos y halagos mientras ella reía con placer dejando a sus manos acariciar la espalda, hombros y pecho del jovencito… -Tú no estás nada mal corazón- se acomodó en la cama cuando finalmente abandonó su cuerpo, estirando las piernas al tiempo que las cruzaba, elevando los brazos hacia el techo lo más altos posibles hasta sentir su columna tronar… el aroma del cigarrillo le resultó tan placentero que miró atentamente a Iván que le tendió un cigarrillo… que muchacho más adorable… ronroneó complacida mientras le daba una calada y sonrió sintiendo el cosquilleo tibio del humo.

Se acomodó de lado apoyando la cabeza sobre una de sus manos flexionadas y equilibrando la otra con el cigarrillo sobre sus caderas –No veo por qué no… eres una delicia…- y justo por ello pasó por alto aquel comentario sobre su pasado, se sentía complacida y relajada y en honor a eso se limitó a mirarle con dulzura, ya se había figurado que pese a su apariencia el chico no era sencillamente un humano, especialmente si había averiguado eso de ella tan rápidamente.

Sonrió largamente ante la idea de continuar, podía seguir jugueteando con él… o también dejarlo para luego, ambas opciones eran buena idea, y era un poco sorprendente considerando que estaba dispuesta a aceptar un segundo encuentro cuando solía mantener una política de tierra quemada con sus amantes ocasionales.

-Me encanta cómo los jóvenes tienen energía ilimitada- susurró acariciando su rostro, acabando con el cigarrillo y estirándose hacia él para besarle mientras le pasaba una pierna por encima de la cadera acercándolo un poco más a ella -Dejémoslo para el próximo encuentro corazón, creo que eres un bocado que no quiero agotarme en una sola ocasión-

Cuando se acabó el cigarrillo el chico se encargó de las colillas, que ecológico… se volvió a estirar cuando la cama fue sólo suya, su cuerpo estaba completamente relajado, sentía la fuerza de sus uñas en las palmas de sus manos cuando las cerraba, habían crecido durante el encuentro, lo cual no era raro cuando se lo pasaba tan bien, se revolvió el cabello y tronó el cuello echándolo a un lado y otro con naturalidad… ahora deseaba correr en el bosque y saborear la sangre de una pequeña presa, sería el culmen de la noche perfecta…

Sabía que su ropa había pasado a la historia, no le importaba… esos cines tenían salidas traseras siempre y era muy sencillo escabullirse por ellas, la noche y las calles no le generaban problemas, una ventaja de ser lycan era que siempre podías cambiar de piel y correr tan campante a casa, pero parecía que el jovencito estaba moviendo sus propio hilos para hacerse cargo de la situación y lo dejó hacer mirándole con interés desde la cama. Un par de movimientos y la ropa sufrió algún tipo de cambio, reconstruidas de la nada… la magia siempre le ponía el cabello de la nuca de punta, pero admitía su utilidad… miró la ropa complacida, el tacto era mucho más suave… sentándose en la cama procedió a vestirse sin prisa alguna… quizás convendría postergar un poco más el paseo con tal de no romper a la primera esas ropas.

-Me encantan- aceptó cuando terminó de vestirse y se bajó de la cama para calzarse sus botas y sonrió al sentir su abrazo, obedeció porque adivinó que nuevamente usaría algo de su magia y no le apetecía mirar demasiado… se echó a reír por lo bajo cuando estuvieron de pronto en la calle, la sensación había sido parecida a subirse a un juego de feria, el estómago se había contraído unos segundos por el vértigo y nada más. Divertido.

Fueron hacia un auto largo y elegante, así que el príncipe le había enviado carroza, que chico tan curioso era… se aseguraría de guardar su tarjeta, le envolvió el cuello con los brazos entregándose al último beso para quedarse con su sabor un rato más y con ello garantizar que si quería buscarlo podría dar con él incluso sin usar la tarjeta, su aroma era como una marca mnémica imborrable.

-Hasta luego cariño- agregó antes de desplazarse dentro de aquel automóvil, debía admitir que ir dentro de ellos no le hacían mucha gracia por más cómodos que fueran, pero podía soportar un viaje pequeño interesada en el lujo notorio del auto, presionando todos los botones al alcance hasta aburrirse, indicó una dirección al conductor, una de una pequeña y anodina zona residencial cercana al bosque, para nada su hogar, pero de ahí podía moverse sin problemas. No le apetecía llevar a nadie cerca del bar o el bosque o de sus zonas familiares.

En lo que llegaban al lugar se tumbó en el asiento y rememoró el sabor del encuentro, no había estado nada mal, sacó la tarjeta palpándola, memorizando la información para deshacerse de ella, no quería que cayera en las manos de ninguno en la manada o de su alfa, le daba alergia que quien fuera supiera algo de las otras facetas de su vida.

Cuando estuvieron en la calle principal de aquella zona salió del auto despidiéndose del chofer con un movimiento de mano antes de internarse entre las casas buscando una cerca por la que pudiera saltar y alejarse en las sombras hacia la seguridad de los arboles… algo de senderismo de vuelta a casa no le sentaba mal… luego iría a cazar y correr para coronar la noche perfecta.

[Tema finalizado]